LO QUE LA VIDA ME DIO

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Entre mis memorias de infancia recuerdo el pueblo rural donde nací en una casa de quincha (es un sistema constructivo tradicional de Sudamérica y Panamá, que consiste fundamentalmente en un entramado de caña y bambú recubierto con barro).

Mis ojos se llenan de lágrimas cada vez que recuerdo cuando de niña ayudaba a mi madre en sus múltiples actividades para nuestra subsistencia: lavar y planchar ropa, criar cerdos, vender queso, cocinar para fiestas y organizar rifas. A pesar de estas grandes limitaciones económicas y de cualquier pronóstico desfavorable para niñas de extracción pobre como yo, nunca dejé de soñar. Cada vez que miraba un avión volar, yo soñaba que algún día iba a viajar muy lejos y conocería lugares fascinantes. A veces, cuando llovía escribía mensajes para mi Padre Celestial, estos mensajes iban en los barquitos de papel que doblaba y que ponía a navegar en las corrientes de agua que se formaban frente a mi casa. Me quedaba viendo cómo aquel barquito que transportaba mis anhelos y peticiones se iba alejando hasta que se perdía de vista, luego regresaba a casa llena de paz y alegría. Pág. 4 del libro “Una Vida, Esta Vida”

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LO QUE HICE DE MI VIDA